Ludwig Schrader (1932-2014),
romanista e hispanista alemán, sobre la poesía de Octavio Uña Juarez en
el prólogo a “Ciudad del ave” (1984)
Ciudad del Ave después de Mediodía de Angélica, antología de poesía amorosa. He aquí otro título de Uña Juárez, enigmático por un lado y muy claro por otro. Quien se pregunte por el sentido de estas fórmulas, puede encontrar una respuesta en Días vendrán..., una de la últimas poesías del volumen que aquí se presenta:
El cielo, dicen, era el ancho aire,
ciudad del ave, mástiles del iris
navegables.
Y pasa lo mismo en a "Angélica", personaje femenino podríamos llamarla prosaicamente, que vuelve a aparecer en la presente colección y cuyo significado queda claramente explicado en Al otro lado...:
Ya quedarás así, Castilla-Angelica, sentada
Cito tales aclaraciones únicamente para poner de relieve lo insatisfactorias que son. No creo decir nada nuevo, pero es preciso decirlo de en cuando: que la poesía moderna en principio no admite esas explicaciones fáciles, racionales, del tipo "aquí el poeta recuerda tal aventura de su niñez" o bien "aquí el poeta quiere expresar tal sentimiento, tal convicción" o bien "aquí el poeta se dedica a describir tal paisaje, empleando, en plan de adorno, bellas metáforas". La poesía moderna, al contrario, se comprende mejor considerándola campo esencialmente diferente del de la comunicación normal, lo que también significa que tendremos que prescindir de la idea de "resumir" una poesía en pocas palabras.
Es adecuado, a mi modo de ver, leer textos de Uña Juárez como estructuras evocativas que naturalmente se basan en experiencias y recuerdos muy personales, llevándolos, empero, a un nivel diferente de los subjetivo y cotidiano, diferente de la descripción, atribuyéndoles autonomía, un carácter supra-individual y supra-regional que permite una lectura y hasta identificación a quien no conoce, por ejemplo, todos los pueblos de Castilla la Vieja aludidos en este volumen. Ávila, sí, los extranjeros sabemos lo que es, lo que puede significar. Soria: lo mismo, más ¿Villaciervos?
Ciudad del Ave es, pues , el cielo, y se habla del cielo en los poemas de Uña, pero se habla también de otro poemas, especialmente de ciudades y paisajes, y no son descripciones para turistas. Los lugares tienen nombras, no cabe duda; por otra parte, la localización geográfica no parece ser lo que más importa. El texto ofrece hasta un "campo inconcreto", fórmula que creo puede servirnos de clave. La ciudad del ave es el cielo, y es más. Esa ciudad del ave habrá que tomarla igualmente en un sentido "inconcreto", ya que en ella, Angélica y Castilla se aproximan, por no decir se identifican una con otra:
Tierra tú [Angélica] fuiste y a la tierra imitas
La luz algodonal en que te enciendes
y el reino de los pájaros que rápido
por tus vientres habita.
Confieso que para mí, el encanto estético e intelectual de las poesías de Uña Juárez reside sobre todo en esta constelación dinámica que hace posible la identificación aparentemente paradójica de entidades y niveles distantes. Y se me permitirá referirme a unos de los teóricos del romanticismo alemán, August Wilhelm Schlegel. Según él, el acercamiento, gracias a la "Poesía", de los elementos más alejados -lo concreto y lo abstracto, por ejemplo- es un rasgo característico de la poesía que él llamaba romántica, idea que como se sabe se ha repetido con bastante frecuencia para designar un punto central de la "modernidad", iniciada precisamente por el romanticismo. En Uña, lo que tanto amamos, lo que creemos conocer un poco: el paisaje de España, de Castilla la Vieja en particular, se une con temas indudablemente meta-españoles, universalmente comprensibles y bastante abstractos.
En este sentido, la idea uñajuareciana de "Angélica" merece ser mencionada otra vez, por breves y prosaicos que sean nuestros esfuerzos por aclarar lo que, en el fondo, se opone a la aclaración racional. Angélica es, por decirlo así y "mutatis mutandis", la Laura de Uña Juárez, es el símbolo universal y moderno. Sino me equivoco de manera grave, Angélica representa aquella aproximación o mezcla, aquella identificación de lo que normalmente se suele distinguir: es mujer, encarnación del amor, pero también norte de náufragos, paisaje al que acuden las gaviotas, principio de la vida. Es "diosa en distancias" -piénsese en la etimología de su nombre-, pero al mismo tiempo, ya lo decíamos, es Castilla, una "anciana ciudad" su mejilla. Angélica lo reúne todo y tiene mucho que ver con el tiempo. Como se sabe, el tiempo es una de las grandes preocupaciones de toda poesía moderna, ¿cómo no lo sería de Uña Juárez? No se trata, por cierto, del tradicional "carpe diem", del recuerdo nostálgico de días anteriores y por tanto mejores, sino de una relación extremadamente sutil entre el yo del texto, Angélica y el tiempo: el yo, con rasgos supra-personales, es un yo creador, nada menos, de "su" Angélica:
Húmedo el beso que en la luz dibuja
entera la región donde aún no eres
sueño vivido.
Así yo te transporto, sobresalto
tu carne y te recibo
como nunca tu fuiste.
Angélica está relacionada no sólo con el pasado y el presente, sino también con el futuro:
Al otro lado de la aurora, dicen
vivirás tú: ya libre vuelo
del aire.
“Esta “Ciudad del ave” que nos regala Uña Juárez es todo un cosmos, universo de identidades misteriosas e inesperadas. El paisaje de España, de Castilla, es espejo menos del alma individual – como en el romanticismo – menos de la historia cultural de España – como en el 98 – y lo es mucho más de la existencia problemática del hombre moderno en general. Y al mismo tiempo, es imagen de una esperanza, simbolizada también en conceptos como “Angélica” o la misma “Ciudad del ave”, de una esperanza nada dogmática pero hondamente humana y religiosa.”
Ciudad del Ave después de Mediodía de Angélica, antología de poesía amorosa. He aquí otro título de Uña Juárez, enigmático por un lado y muy claro por otro. Quien se pregunte por el sentido de estas fórmulas, puede encontrar una respuesta en Días vendrán..., una de la últimas poesías del volumen que aquí se presenta:
El cielo, dicen, era el ancho aire,
ciudad del ave, mástiles del iris
navegables.
Y pasa lo mismo en a "Angélica", personaje femenino podríamos llamarla prosaicamente, que vuelve a aparecer en la presente colección y cuyo significado queda claramente explicado en Al otro lado...:
Ya quedarás así, Castilla-Angelica, sentada
Cito tales aclaraciones únicamente para poner de relieve lo insatisfactorias que son. No creo decir nada nuevo, pero es preciso decirlo de en cuando: que la poesía moderna en principio no admite esas explicaciones fáciles, racionales, del tipo "aquí el poeta recuerda tal aventura de su niñez" o bien "aquí el poeta quiere expresar tal sentimiento, tal convicción" o bien "aquí el poeta se dedica a describir tal paisaje, empleando, en plan de adorno, bellas metáforas". La poesía moderna, al contrario, se comprende mejor considerándola campo esencialmente diferente del de la comunicación normal, lo que también significa que tendremos que prescindir de la idea de "resumir" una poesía en pocas palabras.
Es adecuado, a mi modo de ver, leer textos de Uña Juárez como estructuras evocativas que naturalmente se basan en experiencias y recuerdos muy personales, llevándolos, empero, a un nivel diferente de los subjetivo y cotidiano, diferente de la descripción, atribuyéndoles autonomía, un carácter supra-individual y supra-regional que permite una lectura y hasta identificación a quien no conoce, por ejemplo, todos los pueblos de Castilla la Vieja aludidos en este volumen. Ávila, sí, los extranjeros sabemos lo que es, lo que puede significar. Soria: lo mismo, más ¿Villaciervos?
Ciudad del Ave es, pues , el cielo, y se habla del cielo en los poemas de Uña, pero se habla también de otro poemas, especialmente de ciudades y paisajes, y no son descripciones para turistas. Los lugares tienen nombras, no cabe duda; por otra parte, la localización geográfica no parece ser lo que más importa. El texto ofrece hasta un "campo inconcreto", fórmula que creo puede servirnos de clave. La ciudad del ave es el cielo, y es más. Esa ciudad del ave habrá que tomarla igualmente en un sentido "inconcreto", ya que en ella, Angélica y Castilla se aproximan, por no decir se identifican una con otra:
Tierra tú [Angélica] fuiste y a la tierra imitas
La luz algodonal en que te enciendes
y el reino de los pájaros que rápido
por tus vientres habita.
Confieso que para mí, el encanto estético e intelectual de las poesías de Uña Juárez reside sobre todo en esta constelación dinámica que hace posible la identificación aparentemente paradójica de entidades y niveles distantes. Y se me permitirá referirme a unos de los teóricos del romanticismo alemán, August Wilhelm Schlegel. Según él, el acercamiento, gracias a la "Poesía", de los elementos más alejados -lo concreto y lo abstracto, por ejemplo- es un rasgo característico de la poesía que él llamaba romántica, idea que como se sabe se ha repetido con bastante frecuencia para designar un punto central de la "modernidad", iniciada precisamente por el romanticismo. En Uña, lo que tanto amamos, lo que creemos conocer un poco: el paisaje de España, de Castilla la Vieja en particular, se une con temas indudablemente meta-españoles, universalmente comprensibles y bastante abstractos.
En este sentido, la idea uñajuareciana de "Angélica" merece ser mencionada otra vez, por breves y prosaicos que sean nuestros esfuerzos por aclarar lo que, en el fondo, se opone a la aclaración racional. Angélica es, por decirlo así y "mutatis mutandis", la Laura de Uña Juárez, es el símbolo universal y moderno. Sino me equivoco de manera grave, Angélica representa aquella aproximación o mezcla, aquella identificación de lo que normalmente se suele distinguir: es mujer, encarnación del amor, pero también norte de náufragos, paisaje al que acuden las gaviotas, principio de la vida. Es "diosa en distancias" -piénsese en la etimología de su nombre-, pero al mismo tiempo, ya lo decíamos, es Castilla, una "anciana ciudad" su mejilla. Angélica lo reúne todo y tiene mucho que ver con el tiempo. Como se sabe, el tiempo es una de las grandes preocupaciones de toda poesía moderna, ¿cómo no lo sería de Uña Juárez? No se trata, por cierto, del tradicional "carpe diem", del recuerdo nostálgico de días anteriores y por tanto mejores, sino de una relación extremadamente sutil entre el yo del texto, Angélica y el tiempo: el yo, con rasgos supra-personales, es un yo creador, nada menos, de "su" Angélica:
Húmedo el beso que en la luz dibuja
entera la región donde aún no eres
sueño vivido.
Así yo te transporto, sobresalto
tu carne y te recibo
como nunca tu fuiste.
Angélica está relacionada no sólo con el pasado y el presente, sino también con el futuro:
Al otro lado de la aurora, dicen
vivirás tú: ya libre vuelo
del aire.
“Esta “Ciudad del ave” que nos regala Uña Juárez es todo un cosmos, universo de identidades misteriosas e inesperadas. El paisaje de España, de Castilla, es espejo menos del alma individual – como en el romanticismo – menos de la historia cultural de España – como en el 98 – y lo es mucho más de la existencia problemática del hombre moderno en general. Y al mismo tiempo, es imagen de una esperanza, simbolizada también en conceptos como “Angélica” o la misma “Ciudad del ave”, de una esperanza nada dogmática pero hondamente humana y religiosa.”
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